El éxito comienza por la raíz

El uso de portainjertos en el cultivo de hortalizas ha crecido mucho en los últimos años. El uso del injerto en el cultivo del tomate se ha utilizado durante mucho tiempo en muchos países como Japón, Corea del Sur, España, Marruecos, Estados Unidos y, ahora, también es una realidad en los países de América del Sur, principalmente Brasil, Argentina, Ecuador. y Chile

En los últimos dos años, el mercado de portainjertos de tomate, en particular, ha crecido un 30% en toda América del Sur. Según Alexandre Schulman, Gerente de Productos de Sakata Seed Sudamerica, este aumento significativo se debe a que los productores comenzaron a ver los injertos como una inversión y no solo como un costo adicional de producción. “El portainjerto brinda seguridad contra enfermedades del suelo como Ralstonia, Verticillium y Fusarium, asegurando el mantenimiento de la población de plantas. Además de la resistencia, el uso de portainjertos aumenta el vigor vegetativo del tomate, generando mucha más productividad, ya que tiene mayor longevidad de cosecha y calibre de fruto. El portainjerto tiene un sistema radicular vigoroso, aumentando la eficiencia de absorción de agua y nutrientes, reduciendo el riesgo de salinización del suelo y la aparición de deficiencias nutricionales en la planta y frutos”, explica Schulman.

Sakata cuenta con una línea completa de portainjertos para el cultivo de tomate, estando el portafolio compuesto por las variedades Robusto, Contrattack, Volt y Woodstock. “Cada uno de estos híbridos tiene características de resistencia y vigor para atender las condiciones de manejo más variadas y resolver los problemas productivos de todos los productores de Sudamérica”, dice el especialista.

 CURIOSIDADES SOBRE EL INJERTO

El injerto es un método de propagación que consiste en la fusión de tejidos de dos plantas diferentes, con el fin de explotar las características deseables de cada una. La parte inferior (patrón) contribuye con las raíces y es responsable del sostén de la planta y la absorción de agua y nutrientes. La parte superior (injerto) aporta el tallo, hojas, flores y frutos.

El primer registro del uso de portainjertos de tomate en América del Sur fue en Brasil, en la década de 1950, cuando inmigrantes japoneses injertaron tomates en Jurubeba (Solanum toxicarium), una planta originaria de Brasil, para controlar la Ralstonia. Sin embargo, en aquel entonces el uso de esta técnica no se extendió tan rápido, debido a que los productores solían rotar las áreas de siembra.

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