El cultivo de remolacha puede verse afectado por una serie de enfermedades que afectan la productividad y la calidad final de la raíz. La mancha foliar de la cercospora (imagen 1), causada por el hongo Cercospora beticola, es reconocida como una de las principales enfermedades del cultivo. Además de la remolacha, este patógeno también infecta las plantas de la familia de la brassica, como la col china (acelga), el rábano y el nabo.
Según Kátia Regiane Brunelli Braga, Coordinadora de Patología Vegetal en Sakata, “los síntomas comienzan en las hojas más viejas, como pequeñas puntuaciones que evolucionan a puntos redondos con un centro claro y bordes rojizos. Con el tiempo, estas lesiones aumentan y el tejido necrótico cae, perforando las hojas. Si hay condiciones favorables y en ausencia de control, la enfermedad puede destruir completamente la hoja, perjudicando la producción. También hay daños en la comercialización en paquetes, ya que las hojas se secan temprano”, advierte.
El experto explica que esta enfermedad se ve favorecida por temperaturas medias entre 22oC y 26oC, acompañadas de una humedad relativa alta, y los ataques más severos se observan en épocas del año donde hay presencia de rocío, como en otoño y primavera. Sin embargo, hay algunas medidas que se pueden tomar para reducir el riesgo de pérdidas en la producción causadas por la enfermedad, como:
– Nutrición equilibrada, sin uso excesivo de nitrógeno;
– Rotación de cultivos con plantas no hospedeiras;
– Plantar en camas elevadas para evitar la acumulación de agua;
– Uso de variedades con mayor tolerancia a las enfermedades de las hojas (como el cultivar Kestrel);
– Aplicaciones de fungicidas registradas para el cultivo.
Las enfermedades de la raíz, por otro lado, también causan daños al cultivo de remolacha, como es el caso de los Nematodos Meloidogyne, que causan daños a los cultivos, ya sea directamente o por asociación con otros patógenos. “Estos gusanos infectan principalmente la radicella, causando la formación de agallas (imagen 2), que es el síntoma principal de la enfermedad. La presencia de agallas en el sistema radicular reduce la capacidad de la planta para absorber nutrientes y agua, causando reflejos en la parte aérea, como el amarillamiento (falta de nutrientes) y el marchitamiento en las horas más calurosas del día (falta de agua) «, explica Kátia. El profesional también explica que “las especies de Meloidogyne tienen dificultades para colonizar la raíz principal de la remolacha, pero cuando intentan infectarla, causan lesiones superficiales que son colonizadas por otros patógenos, como Rhizoctonia solani y Pythium spp. Esta asociación causa daños profundos a la remolacha, dejándola inutilizable para su comercialización. Los síntomas más severos se observan en suelos arenosos y pobres en materia orgánica”.
Sin embargo, según el coordinador, existen algunas alternativas positivas para enfrentar este problema, como la rotación de cultivos con Crotalaria spectabilis y caléndula (Tagetes spp.), que contribuyen a la reducción de la población de nematodos en el área de cultivo. Otra medida es el enriquecimiento del suelo con materia orgánica, que mejora las propiedades físico-químicas del suelo, contribuye con nutrientes para las plantas y favorece la proliferación de microorganismos que son enemigos de los nematodos. «El conocimiento previo de las principales enfermedades que ocurren en el área de plantación permite al productor tratar los problemas de manera preventiva, reduciendo los riesgos de la actividad agrícola y aumentando sus posibilidades de éxito», concluye.
Imagen 1 – mancha de Cercospora
Imagen 2 – radicella de remolacha con agallas incitadas por el Nematodo de Meloidogyne